Burle Marx: clásicas y inéditos

La Casa Roberto Marinho se asocia al Instituto Burle Marx en la primera exposición de su inestimable acervo.

Data de 1938 la primera relación profesional entre los dos Robertos, por ocasión de la producción del jardín de la residencia del periodista en Cosme Velho. Fue uno de los primeros trabajos residenciales de Burle Marx que, en aquel exacto momento, creaba el paisajismo del Ministerio de Educación y Salud, actual Palacio Gustavo Capanema, indiscutible obra maestra que señala la adaptación a los trópicos del proyecto internacionalista de Le Corbusier. Con las curvas de los jardines, las sinuosidades de las divisorias internas y la solución volumétrica de entrecruzamiento de sus bloques, Burle Marx, Lúcio Costa y Oscar Niemeyer evitaron que el edificio fuera simplemente una más de tantas importaciones europeas entre nosotros. Allí empezó, en gran escala, el Modernismo carioca y brasileño.

La Casa de Stella y Roberto Marinho se ubica en la última franja de la Floresta da Tijuca. La adaptación al lugar abarcó el trasplante y el uso de especímenes locales en una transición entre el bosque y el jardín. Sobresale la presencia del agua y de su rumor en la fuente y en el propio curso del río Carioca. No se trata de una obra para rápida contemplación visual, y sí, de un espacio amistoso para permanencia, desplazamiento y fruición de los sentidos.

La presente exposición registra décadas de trabajo del paisajista y de sus colaboradores. Materializa, aún, la ejemplar transformación de los archivos particulares en acervo del Instituto, permitiendo que se compartan con la sociedad. La existencia organizada de esta colección, en gran parte, se debe al propio Roberto Burle Marx; pero, en igual medida, al esmero de Haruyoshi Ono, José Tabacow, Fátima Gomes, Julio Ono, Gustavo Leivas y, ahora, de Isabela Ono, mi colaboradora en la curaduría y directora ejecutiva de la recién creada institución. En tiempos sombríos, el registro de la persistencia de la creación y del posicionamiento en contra de la destrucción de nuestras riquezas naturales es un gran aliento e incentivo para todos.

“El Tiempo Completa”, decía nuestro homenajeado, refiriéndose a la participación orgánica de las especies en la creación de la belleza. Pero, también nos advertía que los lentos procesos de la milenaria naturaleza pueden ser destruidos en unas pocas horas por la ignorancia y acción mecánica violenta.

El acervo exhibido debe ser tomado como una oración al tiempo, de tal manera que seamos sus colaboradores en nuestro pasaje por el planeta. Y el Instituto consolida, junto con el Sitio Burle Marx y el conjunto de obras esparcidas por varios continentes, el legado que este extraordinario brasileño nos deja.

Lauro Cavalcanti
Director Ejecutivo Instituto Casa Roberto Marinho